Es esta noche el último insomnio que te dedico, las últimas lágrimas
que te lloro, esta es la noche en la que por fin te digo adiós.
Tantas veces te culpe por marcharte, por no quedarte junto a
mí, tantas te reproche por no poder amarme, por no atreverte a luchar
por mí, ahora entiendo que tu no eres la única culpable, que en nuestro
caso, fuimos los dos.
Yo fui culpable por no enamorarte, por resignarme a perder tu
risa, por caer en la rutina, fuiste tú culpable por doblegarte, por
rendirte a la primera. Al final fuimos culpables los dos.
Después de este tiempo de duelo, de a veces odiarte por
extrañarte tanto, he comprendido que no me puedo aferrar a ti, he
aprendido que no eres mala, que no fue tu intención herirme, que
simplemente no me pudiste amar, y es que a veces pasa, a veces
simplemente el amor no ocurre, no florece, aprende que a veces las
personas buenas pueden sin intención llegar a herirte, aprendí también
que en estos casos se debe siempre perdonar.
Después de este tiempo he aprendido que es necesario
acostumbrarme nuevamente a mi vida sin ti, que es necesario volver a
planear mi camino sin contemplarte a ti, sé que poco a poco recuperaré
la sonrisa, que en algunos años, ya sin heridas, todo esto quedará como
un recuerdo más.
Te deseo sinceramente que conozcas personas que te enseñen
nuevos caminos, que logres llenar tus ojos de fantásticos destinos,
deseo que ames, que te enamores al menos un poco de esta forma en que la
que te amo yo, deseo que rías, que la vida te colme de bendiciones.
Solo me resta agradecerte por compartir juntos el tiempo, prefiero guardar solamente los bellos recuerdos.
Ahh… casi lo olvido, no puedo marcharme sin decirte unas cuantas palabras más. Te quiero, con toda el alma te quiero, pero en este último
insomnio te dejo libre, en esta noche te digo adiós, le digo adiós a la
que creí que era la mejor de mis historias.